Portland Community College | Portland, Oregon

¿Cómo resolver el examen?

Lea cuidadosamente las instrucciones de esta guía. Usted dispondrá de tiempo suficiente para realizar este examen, el cual deberá devolver 48 horas después de haberlo recibido. De otra manera este examen será cancelado.

Deberá completar las tres áreas de conocimientos. De otra manera este examen quedará anulado, y no será tomado en cuenta para su admisión. Este examen debe regresarlo a la mayor brevedad para que sea revisado y usted sea notificado de su resultado.

Para cualquier duda o aclaración favor de comunicarse con el profesor Salvador Ramos Rodríguez: salvador.ramosrodriguez@pcc.edu 971-678-4625.

Parte 1: La Lectura de Comprensión

Esta parte contiene 15 preguntas, que deberá responder en la hoja de respuestas exclusivamente.

Lea cuidadosamente los párrafos y responda en la hoja de respuestas con una sola elección. Las respuestas con dos elecciones no serán validas.

Parte 2: Matemáticas

• Esta parte contiene 8 preguntas para resolver: sumas, fracciones, división, multiplicación, porcentajes y álgebra.
• Debe responder en la hoja de matemáticas, y elegir la mejor respuesta opcional.
• Puede agregar una hoja para el procedimiento de la solución.
• No se permite el uso de calculadora.
• Todas las preguntas deben ser respondidas.
• Es importante responder todas las preguntas ya que de otra manera este examen se cancelará.

Parte 3: Escritura

En esta parte deberá escribir un ensayo de un tema seleccionado según su experiencia personal. Escriba su punto de vista personal o el sentimiento sobre lo que describe. Se le proporcionará una hoja anexa en este examen. Lea cuidadosamente las instrucciones anexas. Este ensayo deberá ser de una hoja como mínimo y deberá escribir al menos 150 palabras. Intente hacer lo mejor posible.

"El juicio de Midas"

(Fragmento)
De Josephine Preston Peabody

Entre los devotos de Pan, se encontraba un tal Midas, que tenía una historia extraña. Alguna vez rey de gran riqueza, se había hecho amigo de Dionisia, el dios del vino; y cuando este le pidió que eligiera algún buen regalo en retorno, Midas le suplicó que le otorgara el poder de convertir en oro todo lo que tocara. Dionisia sonrió levemente cuando escuchó tan ridículo pedido, pero decidió concedérselo.

A los dos días, el rey Midas comprendió el secreto de esa sonrisa, y le rogó al dios que le quitara el don que le había regalado, que era un maleficio. Midas había tocado todo lo que le pertenecía, ¡y menudo deleite tenía de sus posesiones! Su palacio era tan amarillo como hogar como el diente de león para la abeja, pero ni la mitad de dulce. Fila tras fila de árboles tiesos y dorados adornaban su jardín, y ya no sabían lo que era una brisa cuando la escuchaban. Cuando el rey se sentó a comer, su banquete se convirtió en un tesoro incomible. Aprendió que un rey puede pasar hambre, y descubrió que el oro no puede reemplazar los regalos vivos y cálidos de la Tierra.

Generosamente, Dionisia le quitó el hechizo, pero desde ese día el rey Midas detestó tanto el oro que eligió vivir alejado de la opulencia, entre bosques y campos. Aun allí, no pudo evitar el infortunio.

"El regalo de los Reyes Magos"

(Fragmento del cuento corto de O. Henry, 1906)

Porque allí estaban las peinetas -el juego completo de peinetas, una al lado de otra- que Della había estado admirando durante tanto tiempo en una vitrina de Broadway. Eran unas peinetas muy hermosas, de carey auténtico, con sus bordes adornados con joyas y justamente del tono apropiado para lucir en la bella cabellera ahora desaparecida. Eran peinetas muy caras, ella lo sabía, y su corazón simplemente había suspirado por ellas y las había anhelado sin la menor esperanza de poseerlas algún día. Y ahora eran suyas, pero las trenzas destinadas a ser adornadas con esos codiciados adornos habían desaparecido.

Pero Della las oprimió contra su pecho y, finalmente, fue capaz de mirarlas con ojos húmedos y con una débil sonrisa, y dijo:

-¡Mi pelo crecerá muy rápido, Jim!

Y enseguida dio un salto como un gatito chamuscado y gritó:

-¡Oh, oh!

Jim no había visto aún su hermoso regalo. Della se lo mostró con vehemencia en la palma abierta de su mano. El precioso y opaco metal pareció brillar con la luz del radiante y ardiente espíritu de Della.

-¿Verdad que parece muy maja, Jim? Recorrí la ciudad entera para encontrarla. Ahora podrás mirar la hora cien veces al día si se te antoja. Dame tu reloj. Quiero ver cómo se ve con ella puesta.

En vez de obedecer, Jim se dejó caer sobre el sofá, cruzó sus manos debajo de su nuca y sonrió.

-Della -le dijo-, olvidémonos de nuestros regalos de Navidad por ahora. Son demasiado hermosos para usarlos en este momento. Vendí mi reloj para comprarte las peinetas. Y ahora supongamos que pones la carne al fuego.

Declaración de Sentimientos de Seneca Falls (1848)

Lea cuidadosamente el siguiente fragmento:

"Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres y mujeres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados( ... ) La historia de la humanidad es una historia de agravios repetidos y usurpaciones de parte del hombre hacia la mujer, que tiene por objeto directo el establecimiento de una tiranía absoluta sobre ella".

La historia de la declinación y caída del Imperio romano (1776), cap. 39

Lea cuidadosamente el fragmento siguiente:

" ... puede que escuchemos sin sorprendernos ni escandalizarnos que la introducción, al menos el abuso del cristianismo, haya tenido alguna influencia en la declinación y caída del Imperio romano (...) las virtudes de la sociedad fueron desalentadas; y los restos del espíritu militar fueron enterrados (...) una gran parte de la riqueza pública y privada fue consagrada a (...) las demandas de caridad y devoción".